Objetivo de este blog

Pintar, Escribir, hacer Música. Quienes nacimos para hacer esto, somos PLUMA, PINCEL y PENTAGRAMA.
Pensé dedicar este espacio a publicar mis libros en forma gratuita para que todo interesado pudiera descargarlos. Eso fue hace mucho tiempo. Ahora, pensando en todos los Mates Literarios y en los Encuentros de Escritores que organicé, y ya no me es posible, comparto éste, mi espacio para difundir a todos aquellos que transitan el mismo camino, en sus propios universos. A los amigos entrañables que la vida me ha prestado, a los que se fueron, y a los que aún beben la luz del mismo sol.
Sin embargo, la propuesta se extiende a todos aquellos que deseen hacerse escuchar. Para ello, enviar un mensaje y estaremos en contacto.
De la misma forma en que una piedra se arroja al agua arrojamos acciones a cada momento y desconocemos los efectos de esas acciones que se expanden como las ondas en el agua. ¡Ah, si pudiésemos aprender el gran arte de ser nosotros mismos!. Que quien lea esto comprenda y quien no, es libre. Que, a bien nacer con ansias de sembrar modelos, quienes quieran unir su pensamiento y sentir a ésta que escribe, también arrojarán piedras. Para construir. ¿A qué aspiramos?
SOLO A DAR LO QUE TENEMOS:
LO QUE DICTE NUESTRA PLUMA, LO QUE PINTE NUESTRO PINCEL, O CANTE NUESTRO PENTAGRAMA

STELLA M. GALLERO, Mayo 11 de 2004

jueves, 3 de noviembre de 2016

jueves, 29 de septiembre de 2016

GRATITUD

Para Ladislao José Biró
Mi primera "Birome" fue una Sylvapen  transparente y cristalino cuerpo que dejaba ver su sangre azul...
Gracias don Biro, porque las plumas, para mí, son algo esencial



László József Bíró, conocido en países hispanohablantes como Ladislao José Biro (BudapestReino de Hungría29 de septiembre de 1899 - Buenos AiresArgentina24 de octubre de 1985), fue un inventor y periodistahúngaro nacionalizado argentino, que realizó un total de 32 inventos, entre ellos el bolígrafo, que le dio fama internacional.
Fuente: Wikipedia

miércoles, 28 de septiembre de 2016

LIBROS PUBLICADOS


 LA CIUDAD AZUL 

(Premio Nacional Rìo de La Plata 2000)Certamen Auspiciado por la Secretaría de Cultura de la Nación
Editorial Baobab
1º Edición: 2001
Reedición: 2004










                                                   

UN YACARÉ EN APUROS     

(Editorial Baobab 2004)
Escrito especialmente para el proyecto Teatro Solidario en la Escuela de la EGB Nº 6 (ex 21) de la ciudad de Grand Bourg, para alumnos con problemática de conducta y/o aprendizaje.
la obra fue representada en el predio Municipal de Malvinas Argentinas. 
Los Alumnos tomaron a su personaje como referente para elaborar otro proyecto, presentado en el CPA, ganando el premio, un viaje a Villa Gessel, obteniendo la posibilidad de representar la obra nuevamente en la Feria del Libro 2007, en el Stand de la dirección General de Cultura y Educación, como puede apreciarse en las fotos.




























MISTERIOS DEL MUNDO PERDIDO (1)

Publicado en formato digital por la Editorial Emooby, de Madeira, Portugal, en 2012
Y en papel por Editorial de Los Cuatro Vientos



lunes, 26 de septiembre de 2016

Primer Encuentro de Escritores en Casa de la Cultura Grand Bourg, año 2010



miércoles, 15 de junio de 2016

RAIKA (entre el Dolor y el Perdón)


Raika
PUEDES LEER EL CUENTO haciendo click

AQUÍ


sábado, 21 de mayo de 2016

UN CUENTO PARA VENECIA


sábado, 14 de mayo de 2016

EL OLVIDO DEL MENSÚ

El relato que comparto a continuación corresponde al libro "Relatos de los Viejos", y está basado precisamente, en las narraciones de mis padres, quienes durante los cielos nocturnos de mi infancia junto a mis hermanas, nos contaban historias de su Corrientes natal. Espero disfruten su lectura:


EL OLVIDO DEL MENSÚ

A la memoria de mis padres,
Quienes volvían mágicas las noches
De la infancia con sus míticos relatos.

 
Un suspiro profundo le brotó desde el pecho como un ronquido.
Estaba feliz.
Estiró los brazos hacia arriba y acarició las hojas de tabaco recién cortadas.
Estaba feliz.
En tantos años de trabajo y miseria, era la primera vez que sentía semejante regocijo. La cosecha resultó abundante.
- El gringo seguro va a aprovecharse -dijo para sí- este sí que fue un buen año para tod... - Y se detuvo. Pensó en el Toribio y el cambá Otazú. A ellos no les había ido tan bien. Juntos habían compartido los lonjazos del capanga, alcohol y bailanta en los días de cobro, pero desde que los tres se independizaran del viejo Lavalle , el yerbatal, los latigazos y el escaso jornal, la esperanza de un mejor pasar se les había hecho agua en las repetidas rebeliones del Paraná. Los días se sucedían a fuerza de amargos, mandioca y charque (cuando había algo para charquear), agradeciendo a veces  que algún cigarro les entretuviera el gusto y les hiciera olvidar tanta miseria. Así había sido la independencia de los tres, hasta que uno de esos cigarros les encendió la locura del tabaco. ¿Por qué no plantar?, había dicho Toribio.
Habían sido socios en la esclavitud con hambre y en la libertad hambrienta.
Pero podía cambiar.
Él podía dar vuelta la taba y tirar a suerte. Eso pensaba desde que conoció al viejo. El tape creía que el destino le había puesto en su camino aquella noche en que se hallaba solo en el boliche y el harapiento anciano pasado de caña se le tiró encima y por unos cuantos tragos le vendió la historia que él ya conocía. Y la conocían todos los que pagaban con caña o ginebra. El viejo había vendido mucho esa noche. El aliento a punto de prenderse en llamas golpeó la cara de Fontora cuando el viejo le sopló roncamente: -no a todos les cuento el secreto-, dijo – no todos conocen el propósito de lo que sucedió esa vez… la teyú yaguá aún vive… se lo llevó. Está en los Tres Cerros con él y sus dos hijos…
Él, Rosendo Fontora, conocía la historia del sacristán que alimentó la cosa en Santo Tomé. A la hora sagrada de la siesta, el gurí alcanzaba la vianda a la entrada misteriosa cueva, donde la había descubierto y vio crecer eso que día a día se alimentaba de la comida que él le llevaba. Hasta que el cura lo siguió y descubrió con horror lo que hacía en esas siestas del pueblo. El padre cura  nunca supo cómo o qué cosa era eso que dejó la marca, esa profunda huella en medio del camino hasta la iglesia, el día que le prohibió al joven sacristán que acercara la diaria ración acostumbrada. A satán no se alimenta le había dicho. Y entonces eso fue a buscar al joven y se lo llevó para siempre.
Esa era la historia que salía de la desdentada boca del anciano cada vez que alguien se la compraba con caña. Pero él, Rosendo, había comprado algo más esa noche. El viejo había visto algo especial en él: su ambición, y se lo contó. Le contó algo que no le reveló a nadie jamás.
Y después de tanta miseria tuvo suerte con el tabaco.
Pasó de mensú esclavo a ser independiente.
Estaba feliz.
Ahora tendría que compartir con sus amigos de toda la vida los frutos de su buena fortuna.
Compartiría eso: los frutos, pero lo otro no.
Repartiría con ellos el abundante tabaco, porque después de todo ya no le faltaría nunca más ni el dinero ni abundantes cosechas.
Podría tener todo lo que se le antojara. Pero el secreto era suyo y de nadie más.
Supo cómo dar vuelta la taba y tirar a suerte. Se había apoderado del secreto del viejo.
Ahora era suyo.
Él decidiría su destino. Ya no era pobre. Tenía la llave de la fortuna.
Sonrió.
Estaba feliz.
Había trabajado la tierra durante varios meses, aconsejando a sus amigos con la esperanza de contagiarles su entusiasmo. Pero la buena suerte era producto del secreto que se tenía atrapado.
Cuando vio los resultados de su siembra, se convenció que el secreto era un don solamente para él, y no sintió remordimientos, aunque comprobó con amargura que sus amigos se enfrentarían a otro año de miseria.
Así debe ser –pensó, porque después de todo, ¿por qué compartir, si el secreto era de él, le pertenecía sólo a él?
Si. –Se dijo- así es como debe ser. Que cada quien busque lo suyo.
Estaba feliz.
Él ya se sentía rico.
El amanecer de ese día le llegó trayendo el berrido agudo de protesta que inquietó hasta a los perros: el llanto de su hijo. La María le había parido un gurí fuerte y rechoncho.
-¡qué pulmones!, la verdá, Rosendo, éste le va a valer por tres piones-  le dijo la Dominga, su comadre, mientras bañaba al recién nacido. Y no se equivocaba.
El niño era robusto, digno hijo del tape Rosendo Fontora, indio petisón y ancho de hombros, brutazo y fuerte como una yunta de bueyes. ¿Cómo no iba a estar feliz? ¿Podía acaso pedirle a Ñande Yara algo más? Buen tiempo, mejor cosecha y para más bendición… ¡un hijo!
Hacia el norte, desde los Tres Cerros llegó el bramido que lo ensordeció. No le importó porque estaba feliz. Y sintió que no podía desear nada más.
Pobre Rosendo Fontora. No sabía que siempre se puede desear algo más.
Como conservar esa felicidad, por ejemplo.
O a lo mejor fue porque se olvidó de dar las gracias.
Lejos estaba de imaginarse lo que vendría.
Un segundo trueno enviado desde los Tres Cerros pareció querer sacudirle de su ensoñación. Pero estaba tan feliz que no le prestó atención. Ya tenía todo lo que había pedido.
Las hojas de tabaco comenzaban a secarse. Curiosamente, también la María.
El gurisito, conforme pasaban los días adelgazaba también. Amanecía sacudido por un llanto nervioso. Los ojos aparecían hundidos dentro de sus órbitas. El tape, desesperado al ver cada vez más flaco a su hijo y a su mujer, acudió desesperado a doña Cleofe, la curandera.
-Pero m’ hijo, este gurí hace días que no toma la teta, cómo no va a desnutrirse así, abomba’o! –protestó la vieja, mientras recetó un ungüento para el chico al ver que una costra purulenta le rodeaba los labios.
-No es verdad-retrucó la María- él toma el pecho toda la noche, yo lo sé, lo siento prendido con  tanta fuerza que me hace doler, aunque es verdad que también lo oigo llorar bastante a veces, pero no sé qué me pasa que no puedo despertarme del todo para atenderle, y después vuelve a prenderse del pecho y se calla…
El tape no contestó.
Desde que la María le diera el hijo, no había pasado una sola noche en el rancho junto a su mujer. Su amigo Anastasio le había venido con el cuento de un yaguareté que andaba haciendo desastre entre los animales del viejo Colon, y juntos, se dieron a la caza nocturna del bicho, para terminar brindando meta darle a la caña, por la felicidad egoísta del tape, porque a decir verdad, el tape nunca había sido tan feliz, y nunca terminaba de brindar por eso.
Doña Cleofe se comprometió a cuidar a la madre y el hijo. Todos los días al despuntar el alba, se llegaba hasta el rancho a alimentarlos y limpiar la casa.
Pero el gurisito seguía empeorando: se le notaban ya las costillitas y el llanto era un ronco gemido. La cabecita se convirtió en una calavera cubierta de fina piel, y la costra alrededor de la boquita no sanaba a pesar de los cuidados de la vieja curandera.
A la María no le iba mejor.
Una noche el tape no quiso salir.
El cielo rugía de furia.
Tiró su ponchillo en el suelo y se acostó sobre él para no molestar a su mujer. Hacía calor y la tormenta se venía. Rosendo no le pudo a tanto desvelo acumulado. Un sueño más que pesado le paralizó el cuerpo.
Desde el norte, desde donde se erguían los Tres Cerros llegó un trueno a despertarle.
Abrió los ojos y no supo si soñaba.
Le pareció que era el tercer trueno que oía desde que naciera su tapecito.
Recordó el primer trueno, feroz, estentóreo, que estallara en aquél espléndido día de sol cuando admiraba su tabaco recién cortado y oyera el primer llanto de su hijo…
Ahora la tormenta arreciaba y entre relámpagos el viento azotaba la paja del techo, el trueno le recordó algo, un estremecimiento le sacudió los huesos ¡Teyú Yaguá! –gritó.
Escuchó un rumor apenas audible bajo los manotazos del viento, como si algo se deslizara sobre la cama. Creyó que soñaba.
-¿María?- llamó.
Silencio.
Hasta que un relámpago iluminó con luz de día por un instante. El cuerpo se le negó al movimiento y sintió un frío súbito. Rogó estar soñando. Buscó a tientas la lámpara a kerosén y la encendió temblando.
Allí estaba.
Odiosa, repelente…
No supo lo que le produjo aquella visión de espanto.
Una enorme serpiente más gruesa que el torso del tape, enroscada en la cumbrera del techo, colgaba sus dos extremos hacia abajo, justo sobre la cama: su endemoniada cabeza prendida de una de las tetas de María, mientras introducía su cola en la boca del gurisito, que succionaba débilmente en busca de la leche materna que le restaurara la vida.
El tape buscó el machete, y entre los relámpagos y el viento, Rosendo Fontora fue un rayo destrozando a la intrusa.
La tormenta aplastó los montes y la felicidad del tape.
El tabaco seco, listo para ser embarcado, se empapó.
La María y el gurí se durmieron al fin. Y fue suficiente para que el tape Rosendo Fontora recordara lo que le había prometido a la Teyú Yaguá si cumplía sus deseos.
Ella había cumplido.
Sólo ella…
© Stella Gallero 2010


martes, 3 de mayo de 2016

NICASIO EN LA JORNADA DE LECTURA EN LA EP 14

a ver...

        En la mañana de hoy, martes 3 de mayo, mi pequeño Yacaré en Apuros visitó a los niños de la EP Nº 14, de Grand Bourg, invitado por la seño Betty Gaitán para acompañarnos mutuamente en el inicio 2016 del PROYECTO DE LECTURA SOSTENIDA. 

         Nicasio, emocionado y agradecido, se atrevió a salir de las páginas para escuchar a los chicos.
parece que puedo salir...
¡Ahhh!... ¡qué lindo es estar entre los chicos!

viernes, 15 de abril de 2016

DUDA

¿Vivimos o soñamos que vivimos?
¿Andamos dormidos por el mundo,
habitantes apenas del sueño de los dioses?

¿Será eterno acaso
este antiguo vagar entre sombras
con atisbos apenas de pactadas luces?
¿Insensatos? ¿Espurios?
incomprensibles unos…
huidizos otros…

¿Será eterno acaso
este peregrinaje repetido
una y otra vez con formas diferentes
y al final de cada viaje
… el miedo (mío),
… el dolor (de otros)?


(La Ciudad Azul, Stella M. Gallero)